martes, 22 de mayo de 2012

La eutanasia

Hoy os voy  a presentar 18 argumentos en contra de la eutanasia, para que los utilicéis en debates, o simplemente para informaros


1. Dignidad y calidad de vida.
Toda vida humana tiene una dignidad absoluta, independientemente de las circunstancias concretas en que se viva. La dignidad no depende de la calidad de vida: la capacidad de pensar dignifica al hombre; la capacidad de amar, y sobre todo, la de recibir cariño, le hacen algo insustituible en la sociedad.

2. La libertad del hombre no es mera independencia.
 La enfermedad puede hacer que una persona dependa físicamente de otras, pero esto no merma su dignidad, ya que ésta no radica en la autonomía.

3. Los motivos por los que se pide son removibles.
La eutanasia habitualmente se pide por dos motivos: dolor físico o sentimiento de soledad, de ser una carga para los demás. Estos dos motivos son perfectamente removibles: ahí está la medicina paliativa, capaz de evitar el 80% del dolor físico; ahí están los movimientos de voluntariado y acción social; ahí debe estar la familia, apoyando y acompañando al enfermo, tarea humana de valor incalculable.

4. ¿Hipocresía o economía?
Una sociedad civilizada y decente no puede descuidar las obligaciones de justicia con los enfermos, cuidado y compañía, hasta el punto de colocarles en situaciones que les hacen preferir la muerte y luego atender solícitamente a tal petición.

5. No se puede exigir a un médico que quite la vida a un paciente.
La libertad del paciente no es de ninguna manera un derecho con la correlativa obligación del médico. El juramento hipocrático ha guiado la profesión médica durante siglos: el médico no puede quebrar la confianza del paciente, confianza que fundamenta su relación... puede dejar morir, evitando así el encarnizamiento terapéutico, pero no puede causar la muerte.

6. Teoría de la pendiente resbaladiza.
La despenalización de la eutanasia voluntaria puede provocar, y de hecho, ya ha provocado en algunos países, la despenalización de la eutanasia involuntaria. En este sentido se pronunció el Tribunal Constitucional Norteamericano en el año 1997, para oponerse a la despenalización de la eutanasia: el hecho de que la despenalización de la eutanasia voluntaria acaba generando la despenalización de la eutanasia involuntaria.



7. Presión sobre el enfermo, que pasa a ser el responsable de la situación propia y familiar.
¿No provocará la eutanasia una fuerte presión psicológica sobre los enfermos más vulnerables, que se siente obligados a pedirla para ellos, para no seguir causando molestias? ¿No será una insinuación continua a quitarse de en medio?

8. Imposibilidad de regulación objetiva de las causas.
Por otro lado, la eutanasia trata de justificarse en un sufrimiento insoportable que padece el enfermo. Pero... ¿qué tipo de sufrimiento? ¿Cómo de intenso? Porque el dolor es algo físico, evaluable, pero el sufrimiento no. A Ramón Sanpedro no le dolía nada, pero es evidente que sufría. ¿Qué ley se atreverá a calibrar el sufrimiento mínimo para considerar la vida como algo indigno e insoportable?

9. ¿Quién conserva el derecho de juzgar si el deseo de morir está justificado o no?
¿Quién juzga cuándo una vida es digna de ser vivida y cuándo no?¿Cabe la eutanasia por un desengaño amoroso? ¿Por un despido? ¿Por un fracaso? ¿Porqué no, si hay un gran sufrimiento?

10. Es legítima la decisión de una persona de disponer de su propia vida, incluido el suicidio.
No. En la conservación de la vida humana existen a la vez intereses individuales y sociales; y ni los primeros pueden prevalecer sobre los segundos en exclusividad, ni los segundos sobre los primeros.

Ningún ser humano es una realidad aislada, fuente autónoma y exclusiva de derechos y obligaciones. Todos somos solidarios por la mutua interacción entre padres e hijos, entre cada uno y el resto de la sociedad; por eso nadie tiene derecho a eliminar la vida, aun la propia. Así lo ha entendido la tradición jurídica occidental, que ha negado toda validez al consentimiento prestado para recibir la muerte, al considerar el derecho a la vida como indisponible, es decir, como un "derecho - deber".

Por eso, en nuestro Derecho el auxilio al suicidio es delito, el homicidio consentido se castiga con la misma pena que cualquier otro homicidio, y el no evitar un suicidio pudiendo hacerlo es también delito: el delito de omisión del socorro debido. Y por las mismas razones, nuestros Tribunales han reconocido el derecho a alimentar forzosamente a quienes se ponían en peligro de muerte por huelgas de hambre, o el derecho de los médicos a salvar la vida de quienes la pusieron en riesgo al intentar suicidarse, o el derecho de los jueces a autorizar actos médicos tendentes a salvar vidas de pacientes que se niegan a recibir tratamientos normales que no implican riesgos.”

11.Yo hago con mi vida lo que quiero, y renuncio a vivirla.
“Son muchos los derechos irrenunciables por su titular en las sociedades modernas. No se admite la renuncia a la integridad física, al derecho a la educación, a condiciones de trabajo dignas, etc. El consentimiento de una persona a que la mutilen o lesionen no evita que quien mutila o lesiona cometa un delito; o el deseo de un muchacho y sus padres de renunciar a recibir la instrucción básica no es tenido en cuenta por el Derecho y el Estado, que obligan al joven a recibir la educación que las leyes definen como obligatoria.

En materia laboral el ejemplo es muy claro y nos es próximo: en nuestra sociedad existen muchas personas dispuestas a trabajar en condiciones higiénicas o de seguridad inferiores a las exigidas por las leyes, o a trabajar más horas que las permitidas o por menos salario que el fijado legalmente como mínimo; sin embargo, el Derecho y el Estado no reconocen validez al consentimiento de esas personas, e imponen obligatoriamente el respeto a los derechos de los trabajadores aun en contra de la voluntad de éstos. En un caso extremo, piénsese la opinión que merecería un contrato voluntario de esclavitud.

Razones más importantes concurren todavía para que el Estado y sus leyes consideren irrenunciable el derecho a la vida, que hace posibles todos los demás y que si se pierde ya no es recuperable, pues es la base por el bien que protege: la vida de la propia dignidad humana.

Lo mismo sucede con el cinturón de seguridad en los coches: al ciudadano puede apetecerle o no ponérselo, pero el Estado le obliga a ello amenazándole con una sanción si no respeta esta obligación. La razón es que se da por supuesto que la vida de cada uno no es sólo de su particular y privado interés, sino que la sociedad está legitimada para exigir que cada uno asegure que no arriesga gratuita o imprudentemente su vida.”

12. El derecho a morir cuando uno quiera lo consagra la libertad.
“Si la libertad, entendida como la capacidad del ser humano para hacer cualquier cosa que quisiera, fuese fuente absoluta e incondicionada de derechos, no existirían los ordenamientos jurídicos, ni la sociedad, ni el Estado, pues cada persona determina por sí misma lo que es justo o injusto, bueno o malo, permitido o prohibido; y serían ilegítimos el Parlamento, los Tribunales, los Gobiernos, las leyes y los derechos humanos.

La libertad, como valor superior reconocido en la Constitución, se hace efectiva en los derechos que ésta garantiza en concreto, y no puede ser disculpa ni para negar tales derechos ni para violar el resto de las leyes. Así lo ha entendido el Tribunal Constitucional español con acierto en las Sentencias antes citadas.

El suicidio jamás ha sido considerado un derecho del hombre. De hecho, cuando se redactó la Declaración Universal de los Derechos Humanos en las Naciones Unidas, ese pretendido derecho no se incluyó, y no fue por omisión involuntario, ya que hubo varias propuestas de que se incorporase a la Declaración, y fueron rechazadas. Se dirá que en otro momento histórico futuro podría ocurrir al revés, y es, efectivamente, pero eso no cambiaría la realidad profunda de las cosas. La mención de la situación actual se aduce aquí sólo como constatación de un hecho cierto.”

13. La eutanasia no es un derecho humano, no está recogido en el Convenio Europeo de Derechos Humanos
Según el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en el caso de Dianne Pretty en el año 2002, no existe el derecho a procurarse la muerte, ya sea de manos de un tercero o con asistencia de autoridades públicas. El derecho a la autonomía personal no es superior al deber de los Estados de amparar la vida de los individuos bajo su jurisdicción.

14. La eutanasia, como el suicidio, es contagiosa
Una vez una persona deprimida se suicida, otras personas deprimidas de su entorno pueden copiar su comportamiento con más facilidad. Esto es así en suicidios con o sin asistencia, lo cual incluye la eutanasia.

15. La eutanasia dificulta el trabajo de los terapeutas que trabajan con minusválidos, deprimidos, enfermos...
Las personas que ayudan a otros a vivir con una grave minusvalía o en duras circunstancias ven su trabajo saboteado por la otra opción, la eutanasia, que legalizada aparece con atractiva insistencia como una salida fácil para el enfermo.

16. La eutanasia tenderá a eliminar a los más pobres y débiles
Como el aborto, la eutanasia tenderá a hacerse especialmente accesible y promocionada entre las clases económicamente más débiles, los grupos étnicos desfavorecidos, etc... Al desatenderse la oferta en cuidados paliativos, éstos serán un lujo sólo para gente con medios adquisitivos.

17. La eutanasia legal no impedirá las eutanasias ilegales, sino que las potenciará
Como en el caso del aborto, aprobar una ley que permite la eutanasia "con todos los controles que haga falta" no impedirá que se extienda el fraude de ley, los permisos escritos sin examinar al paciente, la laxitud en la aplicación de la ley y el fraude de ley generalizado.
Con todo, el mejor argumento contra la eutanasia siempre será el testimonio de miles de hombres y mujeres en circunstancias dificilísimas que, apoyándose mutuamente, con la ayuda de sus valores, su familia, amigos o profesionales demuestran día a día que la dignidad del hombre les lleva a vivir y enriquecer la vida de otros.

18. Los que se oponen a la eutanasia lo hacen sólo por motivos religiosos.
“Además de un problema médico, político o social, la eutanasia es un grave problema moral para cualquiera, sea o no creyente.

Quienes creemos en un Dios personal que no sólo ha creado al hombre sino que ama a cada hombre o mujer en particular y le espera para un destino eterno de felicidad y, en especial, los católicos, tenemos un motivo más que los que pueda tener cualquier otra persona para rechazar la eutanasia, pues los que así pensamos estamos convencidos de que la eutanasia implica matar a un ser querido por Dios que vela por su vida y su muerte. La eutanasia es así un grave pecado que atenta contra el hombre y, por tanto, contra Dios, que ama al hombre y es ofendido por todo lo que ofende al ser humano; razón por la que Dios en su día pronunció el "no matarás" como exigencia para todo el que quiera estar de acuerdo con Él.

Para los católicos, la eutanasia, como cualquier otra forma de homicidio, no sólo es un ataque injustificable contra la dignidad humana, sino también un gravísimo pecado contra un hijo de Dios.

Oponerse a la eutanasia no es postura exclusiva de quienes creen en Dios, pero para éstos es algo natural y no renunciaba: para ellos la vida es don gratuito de Dios y nadie está legitimado para acabar con la vida de un inocente. ”

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